ADVERTENCIA: ALGUNAS IMÁGENES PUEDEN DAÑAR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR
En la niñez ¿Quién no ha querido ir a jugar a un cementerio?
¿No? Bueno, si tu respuesta es no, seguramente no estés leyendo este
blog. Sino seguramente cuando eras chico, fuiste al menos alguna vez a jugar al
cementerio más cercano. Yo recuerdo un momento de mi vida en unas vacaciones
con mis padres, en San Luis, donde no había nada que hacer en el pueblo que nos
estábamos alojando. Mis padres habían ido a visitar a una familia amiga con una
hija de la misma edad que yo. Sus costumbres de supervivencia ante el
aburrimiento al cual sus padres la
sometieron al mudarse a este inhóspito lugar: Era ir a visitar el cementerio
con los demás adolescentes en la misma situación que ella. Recuerdo que fue una
tarde de gritos, correr, reírnos y encerrarnos en un pequeño panteón a
contarnos nuestras aun cortas vidas de conflictos cargados de sentimientos
hormonales. Ese sentimiento me llegó al notar una noticia que pasó sin pena ni
gloria en este año de incertidumbres. Donde el dólar y la crisis es más notable
que un grupo de niños adentrándose en el cementerio de Berazategui, un domingo
por la tarde, seguramente a la hora de la siesta. Porque, si el asado estuvo
heavy y se lo acompañó de un algún vino maso menos razonable, los padres tienen
por costumbre echarse una “cabeceadita” antes de los mates digestivos
acompañados de bizcochitos; para completar el bajón dominical. Mientras, el
mejor recurso de los niños aún salvados de un sistema que invade digitalmente
sus retinas a fuerza de Fornite, quizás por ausencia de Wi Fi tiene mejores
opciones para pasar esos momentos silenciosos. Jugando a la pelota o yendo a
jugar al cementerio.
El grupo de niños tomaron como decisión hacer una expedición al
cementerio cercano al barrio. Exactamente el Cementerio Parque Berazategui
ubicada su entrada en Avenida Milazzo al 3200.
Ante las puertas imponentes de esta
exótica aventura a la necrópolis cercana a sus casas. Habrán entrado hablando
de fantasmas y apariciones. Alguno armado con algún palo transformado en una
espada imaginaria. Caminando entre lápidas, y correteando, apostando por quien
llegaría primero, a las siempre distribuidas canillas del recinto para
conseguir agua. Seguramente rieron de aquellas tumbas para al lector ávido de extraños
y graciosos nombres sin faltarles el respeto, porque en esto sólo aguarda la
inocencia del chiste fácil. También habrán comenzado a sugestionarse con el
correr de la tarde, entre las arboledas del parque. Un chiste lleva al otro y
del otro a un cuento falso y a la historia de: “Un amigo de un amigo me dijo
que” y las historias misteriosas se fueron acumulando. Entre tumbas más
alejadas, entre arbustos que se volvían marrones y secos por estar comenzando a
las puertas del invierno de un 2 Julio. Ante las conversaciones de estos niños
que iba volviendo apagada y taciturna, como si el ánimo fuera bajando con aquel
sol débil y rojizo: El olor fue llevándolos cual hilo de Ariadna ante el
macabro hallazgo que aunque lógico en un camposanto no debería ser tan fácil en
pleno siglo XXI. Aquel niño con el palo fue el primero en acercarse. Una vez
recuerda haber sentido ese olor pero en un gato muerto en la calle, pero esto
es diferente; es un olor más acido y dulzón que el de aquel pobre felino. Ante
la mirada asombrada llama a sus compañeros de juego, y entre todos se quedan
mirando el extraño objeto. Dientes saltones, mirada hueca sin ojos, una cabeza sola,
ausente completamente de su cuerpo; restos óseos todavía conservando cabello y
tejido de piel. La miraron atónitos, pero no traumados, no es que ese día se
habrán acostado y soñado con la cabeza.
Fue un gran logro de la excursión
haberse encontrado con tal extrañeza. En estos pequeños viajes aguarda la
ilusión de al menos una aventura. Luego de presenciar, charlar y mirar todos
los detalles, sacando sus propias conclusiones decidieron que no quedaba más
que denunciar el hallazgo a quien corresponda.
Ahí comenzó esa hermosa cadena: Del cuidador de turno, llamando a las
autoridades. De las autoridades a los peritos de turno. Agentes de la policía científica realizando las
tareas pertinentes, investigando la situación con el fin de determinar la
identidad del cadáver y como llegó hasta allí. Un periodista cazador encontrando
una noticia inesperada para un domingo que podía resultar ser cualquiera. Para
las 20 hs del día se estaba propagando la noticia.
En la mañana del lunes comienzan a
acumularse las opiniones maratónicas que he puesto reservando los
nombres por respeto sin cambiar una coma o tilde pero que a mi parecer tienen
una gran relevancia:
Laura
el 03/07/2019 a las 7:44 am
Me imagino el cagaso que se habrán pegado!!, así no van a ir más a joder
ahí!
Antonella
el 03/07/2019 a las 3:35 pm
No entiendo que hacian nene jugan se supone que hay encargados y de
seguridad y los de limpieza (del pasto y de cada tumba) como no lo vieron
Nación z
el 03/07/2019 a las 11:11 pm
Hola soy de Bera hace 40 años que vivo y siempre paso lo mismo viven
robando hueso o craño los que hacen brujería y los saqueadores de tumba que
roban las placas de los muertos eso hdp los cubre los mismos que cuidan el
cementerio porque es un negocio los huesos humanos que deja fortuna. Yo lo se
porque tengo dos vecinos que trabajaban en un cementerio y es un negocio que
nunca se termina porque ahí hasta funcionarios de la mucipalidad metido en eso
y mandan a los perejiles a robar
Pepito
el 06/07/2019 a las 9:46 pm
estas cosas se terminarían si se hace obligacion la cremacion porque los
cementerios no dan abasto
Para los niños fue un domingo especial que seguramente se contaran a
medido que vayan creciendo. Una semana después quizás si hayan vuelto al
fortnite a partir cabezas digitalmente, pero con un plus: la imaginación les
aportará nuevas herramientas de olores y visiones a la hora de jugar otras
aventuras. Y aunque muchos no lo entiendan, seguramente crezcan más sanos que
los que nunca se atrevieron a jugar en un cementerio cuando eran niños
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